En un primer semestre donde la vuelta a clases ha sido complejo en todo el país, hay espacios que con esfuerzo y dedicación han logrado estabilizar y sacar adelante para enfocarse en las mejoras pedagógicas. Es lo que ha pasado en la Escuela Eleuterio Ramírez del cerro Rocuant, según relata su directora, María Loreto Iturrieta.
Experiencia que para ella ha sido gratificante y de renovación de compromisos y convicciones, al igual que su estadía en el establecimiento, que considera como «años maravillosos». De eso y más conversó con SLEP.
– ¿Cómo se vivió todo este primer semestre la vuelta a las clases presenciales obligatorias?
– Nuestro anhelo siempre, de toda unidad educativa y en particular la que yo dirijo, era reencontrarnos con nuestros niños y niñas; y también con nuestro equipo en pleno porque también tuvimos compañeros con los que solo nos vimos a través de una pantalla por casi dos años.
El reencuentro, eso sí, tuvo lo suyo. Tuvimos que aprender a reconocernos, dos años no es un tiempo menor, sobre todo en la vida de un niño. Hay niños que en su vida habían pisado un aula y estaban ya cursando un par de años con nosotros.
Luego de pasar esta alegría (de volver) vino el poder organizarnos para ajustar lo que nosotros teníamos planificado inicialmente, ajustarlo a la realidad de volver. No fue fácil en algún momento, nosotros volvimos prácticamente con jornada escolar completa, lo cual fue una dificultad. Los niños no estaban acostumbrados a estar tanto rato en un sistema estricto como el de las escuelas, con 90 minutos en aula haciendo actividades, ellos habían trabajado a través de un teléfono o una tablet. Pero yo diría que cuando uno pone ganas, cariño y todas las estrategias que uno tiene como profesional, las cosas resultan.
Pasadas tres semanas ya estábamos en plena comunidad. No hemos tenido dificultades mayores de convivencia, por ejemplo.
– Sobre ese último punto, su escuela en general es bien familiar, ¿cómo han vivido todo este período donde la violencia escolar ha sido factor a nivel país? ¿Les ha tocado?
– No hemos tenido grandes problemas. Miramos con atención lo que pasa en nuestra comuna y a nivel nacional con estos reencuentros, eso sí. Por primera vez en Chile se le está dando importancia a lo psicoemocional, que debiese haber estado siempre sobre la palestra como uno de los elementos fundamentales del proceso enseñanza aprendizaje. Nuestra comunidad es un grupo bien unido, afectivo, cariñoso, por lo tanto, eso ha sido traspasado a los que se reintegran a la presencialidad, por lo tanto, si bien hemos tenido dificultades, no ha sido nada serio.
– ¿Cómo se vuelve desde lo pedagógico considerando que en modalidad remota los avances no tienen el mismo impacto que en las aulas?
– Creo que ahí se ve reflejada la fortaleza que tiene el proyecto pedagógico de la Escuela Eleuterio Ramírez. No solo en pandemia, sino desde antes veníamos trabajando con la metodología de evaluación para el aprendizaje, fortaleciendo la trayectoria exitosa de todos nuestros niños y niñas de manera particular, por lo tanto, este reencuentro nos sirvió para ratificar que esa es la apuesta necesaria para seguir adelante. Hicimos un proceso de restauración de saberes, que nos tomó los dos primeros meses del año, donde en cada alumno fuimos viendo en qué nivel estaba, y eso nos ha servido muchísimo para poder nivelar y partir con el plan de estudio y el currículo que amerita el año.
Además estamos poniendo en práctica un plan de lecto-escritura individualizado para cada uno de los niños, desde tercero básico hacia arriba. Allí, a los que están con dificultades en su proceso, los atendemos, mientras que a los que están en buen nivel profundizamos a través de la comprensión lectora.
Años maravillosos
– ¿Cuánto tiempo lleva en la Escuela Eleuterio Ramírez? ¿Cómo ha sido su estadía allí?
– Llevo cuatro años en la escuela y han sido maravillosos. Tengo una historia larga en Valparaíso donde pasé mucho tiempo en un proyecto educativo donde estuve en todos los procesos: fui profesora de aula, jefa técnica, miembro de equipos de gestión, todo lo que existía en mi anterior escuela, así que cuando llegué a la Eleuterio Ramírez, fue como encontrarme con un nuevo amor, encantarme con una comunidad que se caracteriza por ser cálida y afectiva, además con un equipo de profesionales y asistentes de la educación maravillosos y que ponen todo lo de sí al servicio de niños y niñas. Mi tarea ahí es muy grata.
Mi comunidad entera es muy afectiva y unida, que siente mucha identidad con su escuela, así que para mi o cualquier director o directora que tenga el privilegio de estar dirigiendo esa escuela, va a ser una experiencia tan maravillosa como lo ha sido para mí.
– ¿Cómo ve el futuro de la educación pública con los nuevos paradigmas que ya ha ido definiendo el Ministerio, en donde la cooperación, el aprendizaje interdisciplinario, mirar a los docentes como actores clave y fomentar diversos entornos culturales es relevante en la nueva mirada?
– Como toda profesora sueño siempre con que el fortalecimiento de la educación pública se haga realidad. Son justamente las escuelas donde nosotros trabajamos las que más necesitan recursos, por lo tanto, espero que las buenas políticas públicas se materialicen. El recurso humano ya está, tenemos profesores y asistentes de la educación (comprometidos), pero necesitamos un Estado que se comprometa realmente con la educación pública.